La imagen que por lo general se tiene de una mujer embarazada es de alguien feliz, pletórica, disfrutando un momento mágico. Aunque no haya sido buscado tenemos en el imaginario que el embarazo es un momento de mucha felicidad e ilusión. Sueños por cumplirse, experiencias maravillosas que compartir.
Pero sentirse mal durante el embarazo es normal, aunque a menudo el entorno diga que hay que dejar las penas a un lado, que se debe centrar en lo bueno y no en lo que nos inquieta o simplemente no va bien. El problema está cuando el embarazo, aunque se esté ilusionada con ese bebé, se da en circunstancias alejadas de cualquier sueño. Muchas veces sucede que la pareja y padre de ese bebé no quiere saber nada o no se involucra en esta etapa, como si el embarazo no fuera con el.
También la inestabilidad laboral o económica genera cuadros de ansiedad que impiden descansar correctamente y éste cansancio extra empeora el estado anímico de una madre gestante.
El papel del padre
Los hombres se encuentran en una situación diferente ante un embarazo, su cuerpo no se ve modificado, no hay hormonas provocando cambios anímicos propios de patologías psiquiátricas, no hay un jefe que le mire de mala manera pensando en qué momento es el adecuado para liquidar la relación laboral y por supuesto, puede desentenderse (aunque estos casos son extremos) sin que para ello tenga que experimentar una intervención quirúrgica que le marque emocionalmente de por vida.
Un padre también comienza a serlo desde el primer positivo del predico, desde esa segunda línea que apenas se distingue, ya comienza el papel del padre. Acompañar a su pareja emocionalmente y presencialmente es fundamental para liberar a la madre de ese sentimiento de «cargar sola con todo» y a la vez de poder trabajar en ese nuevo rol que también le tocará vivir como hombre.
El apoyo de la pareja ante los miedos sobre el futuro, inseguridades sobre si podrá ser buena madre , el acompañamiento en las consultas de control del embarazo, el mayor esfuerzo físico por parte del padre para compensar ciertos cuidados ante días de reposo o cuidado especial, son puntos claves para vivir el embarazo con mayor normalidad.
El padre también debe acostumbrarse a la idea, a todo lo que se viene encima, a que muchas cosas que antes eran sencillas ahora sean más complejas, pero también a que emocionalmente habrá un pequeño ser, su hijo, que dependerá de el, al que sus conductas le marcarán de por vida. Un padre comprometido generará seguridad en un niño, tranquilidad en la madre y armonía en la familia, pero sobre todo, impactará maravillosamente en la vivencia que él tenga como hombre, como padre.
Situaciones extremas
Esta incertidumbre y angustia puede generar estados de depresión donde la madre deje de alimentarse correctamente, de descansar lo que su cuerpo le pide y podría dar lugar a hijos más pequeños, tener niños más ansiosos e incluso adelantar el parto. Pero ¿cómo debe enfrentarse una madre que de pronto se encuentra sola con ese embarazo, tal vez con otro hijo? Un hijo en camino suele ser motivo de un huracán de emociones, de miedos, angustias y nervios mezclados con mucha ilusión.
Hay mujeres que sienten un miedo extremo a los controles ginecológicos, al parto, este miedo es irracional pero real y limitante. Lo sufren en torno al 3% de las mujeres que suele darse principalmente en mujeres que nunca han tenido hijos.
Aquellos embarazos que no van bien, que mantienen a la madre en estado de reposo absoluto también aumentan la tristeza y la ansiedad, especialmente cuando se encuentra sola, dado que pone a la mujer embarazada en un estado límite al tener que cuidar de un embarazo sin tener los medios para hacerlo.
El apoyo de la pareja y la familia son fundamentales para superar todos estos casos, aunque en algunos hace falta una ayuda psicológica, terapéutica de acompañamiento (casos de fobias, embarazos con problemas graves del feto, etc) para poder superar el miedo y avanzar a lo largo del embarazo y culminarlo con éxito.
Es por ello que la tristeza y la angustia durante el embarazo es mucho más habitual de lo que creemos, son muchas las situaciones que una mujer embarazada debe vivir y enfrentarse, como todo en la vida y especialmente en estos casos, tener a nuestro lado la persona correcta hace que todo sea mucho más sencillo.
