La información sobre lactancia de la que dispone una madre primeriza al iniciar la lactancia es absolutamente insuficiente. Esa falta de información es fruto de la pérdida de la cultura de la lactancia en la mayoría de sociedades industrializadas, donde el uso de la fórmula se ha convertido en el imperativo y la norma. Desconocer los procesos de amamantamiento, saber qué se puede esperar en cada momento, qué dificultades pueden surgir y su resolución compromete el mantenimiento prolongado de la lactancia y favorecen la introducción temprana de suplementos de leche artificial.
Los mitos y miedos que nos han inculcado surgen de nuestro inconsciente cuando aparecen aparentes obstáculos en la lactancia: me he quedado sin leche, mi leche no alimenta, mi leche es de mala calidad…. Y en esos momentos de duda la diferencia la marca el disponer de información y apoyo.
Una de las situaciones más habituales en el curso de la lactancia es el desajuste entre la oferta y la demanda, es decir la diferencia entre la cantidad de leche que piden los niños y la cantidad de leche que fabrica la madre. Este hecho no se viviría como un problema si la madre tuviera conocimiento sobre qué está sucediendo. Los baches de lactancia, también llamados crisis, son en general un problema de expectativas, un choque entre lo que la madre esperada del comportamiento de su bebé y de lo que el bebé realmente hace.
La mayoría de mujeres embarazadas saben que la lactancia funciona a demanda, aún y con eso no suelen ser conscientes de lo que realmente representa la demanda de un bebé: no se ciñe a unos horarios, las tomas suelen ser arbitrarias, algunas tomas son más prolongadas que otras…. Así que lo que suelen esperar es un bebé que coma y duerma en ciclos aproximados de tres horas y lo curioso es que habitualmente los recién nacidos suelen cumplir con esas expectativas hasta que llegan a las tres semanas de vida.
En ese momento el bebé aumenta su demanda de manera exponencial y solamente quiere mamar o estar agarrado del pecho. No se calma, no duerme y no deja de llorar si no es amamantado ¡El primer encontronazo con la realidad ha llegado!
La percepción de quien no sabe nada de lactancia es que el bebé tiene hambre o que la madre no tiene leche, o quizá todo a la vez. Pero la realidad es que se trata de un simple ajuste. El bebé necesita que el cuerpo de su madre fabrique más leche y la manera de conseguirlo es succionar y vaciar el pecho con mucha frecuencia e intensidad. Eso hace que la glándula reaccione aumentando la cantidad de leche que fabrica.
Si la madre se relaja, entiende lo que pasa y deja que el bebé tome el mando en pocos días la producción de leche se normaliza y el bebé regresa a un periodo de calma.
En otras ocasiones el aumento del ritmo en la demanda no se produce por la necesidad de aumentar la producción de leche. Existen múltiples factores que pueden llevar al bebé a estar más demandante: una modificación en el sabor de la leche, que al bebé le duela algo, la evolución de sus patrones de sueño….
En estos casos, cuando el bebé aumenta la demanda es de vital importancia mantener la calma y pensar más allá. En primer lugar valorar si el bebé puede estar experimentando una crisis de crecimiento. Por suerte las crisis se producen en etapas concretas de la vida de los bebés, esto nos permite descubrir rápidamente si la están experimentando. Si no corresponde con ningún periodo de crisis sería importante llevar al bebé al pediatra para que se asegurara que el bebé físicamente está perfecto. Si el bebé está resfriado o el pediatra cree que puede estar enfermo esto explicaría el aumento de demanda, por tanto no era un problema de hambre sino que el pecho le servía para encontrarse mejor.
Si el pediatra verifica que el bebé se encuentra bien y el aumento de peso es el adecuado podemos pensar en otras situaciones: cambios en casa, la vuelta al trabajo de mamá, angustia por separación etc..
Que el niño aumente de peso, según la edad, es algo importante y a tener en cuenta, ya que el aumento de demanda también puede ser causado por falta de leche. El aumento de peso de los bebés es también escalonado y poco regular, pues no aumentan una cantidad exacta determinada cada semana: una semana ganan más y otras menos, y a medida que van creciendo ganan menos peso:
• 0-6 semanas: 20 gramos/día
• Menos de 4 meses: 100-200 gramos/semana
• 4-6 meses: 80-150 gramos/semana
• 6-12 meses: 40-80 gramos/semana
El peso del bebé debe ser controla- do en la consulta del pediatra, donde debe estar desnudo y ser pesado en la misma balanza. No es buena idea pesarlo cada semana con ropa y pañales o en diferentes balanzas, ya que los pesos pueden ser muy variables e inducir a error.
Si tienes dudas, quieres emprender o no sabes cómo mejorar tu estrategia, escríbenos sin compromiso.